Posiblemente el mayor atractivo de Dublín reside en disfrutar de una pinta de cerveza (especialmente, de una Guinness) en uno de sus múltiples y encantadores pubs. El ambiente que se respira en ellos es completamente distinto al de los bares españoles, aunque no dejan de ser un fantástico lugar de reunión al salir del trabajo, igual que sucede en España. Los detalles de las fachadas suelen incluir vistosos colores, miles de banderas o banderines y montones de plantas que caen verticalmente. Pasear por sus calles en busca del próximo pub es uno de los pasatiempos preferidos de locales y turistas, aunque hay algunos monumentos que no deberías perderte antes de dedicarte plenamente a ello.

Día 1 (llegada a mediodía):

1. Garden of Remembrance (Parnell Sq E). Subiendo por O'Connell Street en dirección norte se accede a este pequeño pero bonito parque, de aspecto cuidado y en cuyo centro se encuentra una fuente con coloridos azulejos en el fondo. Algunos de ellos conforman diferentes armas que parecen yacer en el fondo del agua como metáfora de una costumbre celta en la que, una vez librada la batalla, las armas eran arrojadas al río, simbolizando el fin de la hostilidad entre los pueblos. El parque fue levantado en memoria a los muertos durante las múltiples rebeliones por la libertad del pueblo irlandés a lo largo de la historia, que van desde finales del siglo XVIII hasta la Guerra de Independencia Irlandesa en 1919. En la parte más alta del parque destaca una estatua de la leyenda the Children of Lir, así como un poema que narra el proceso de libertad perseguido y logrado por los irlandeses.


2. The Hugh Lane (Charelmont House, Parnell Square N). Justo enfrente del jardín se encuentra la galería de arte moderno y contemporáneo The Hugh Lane. Es un espacio muy interesante, sobre todo porque acoge el caótico estudio del artista Francis Bacon. Puedes leer más información sobre la galería en este post

3. Situada al norte del río Liffey, O'Connell Street es la arteria principal de Dublín y una de las más importantes zonas comerciales de la ciudad. En su paseo central descansan múltiples estatuas de conocidos personajes de la historia independentista de Irlanda, así como un enorme pincho de 120 metros de altura llamado The Spire. Muchos de los edificios de esta calle fueron destruidos durante la Guerra Civil irlandesa y posteriormente reemplazados, aunque todavía se conservan algunos del siglo anterior como el Hotel Gresham (23 Upper O'Connell St) o la bonita Oficina Central de Correos, donde se proclamó el Alzamiento de 1916. En la parte alta del pórtico de estilo griego se encontraban las armas reales de los ingleses, que fueron eliminadas tras la proclamación de independencia de Irlanda. No dejes de visitarla por dentro, ya sea para mandar alguna postal o simplemente para darte una vuelta por su bonito interior.

4. The Celt (81 Talbot St). Para nuestra primera pinta y cena en Dublín fuimos a este fantástico pub cerca de O'Connell Street, al que nos llevaron unos amigos que llevan viviendo ya un par de años en la capital irlandesa. Aunque lo cierto es que la mayoría de locales se concentran al otro lado del río, en el Temple Bar, por esta zona hay también muchos sitios interesantes y con ambiente muy animado. Después de una o dos pintas, recomiendo probar su delicioso Bangers and Mash, un plato típico de salchichas servido con puré de patata y una salsa realmente increíble. Otra buena opción sería el Irish Stew, un guiso de cordero típico de la zona, rico y contundente. Toda la comida se sirve acompañada de pan integral elaborado a partir de cerveza Guinness. Además de la deliciosa comida y el ambiente agradable, en The Celt se celebran a diario conciertos de música tradicional irlandesa.


Día 2:

1. Kilmainham Gaol (Inchicore Rd). La antigua cárcel Kilmainham, convertida hoy en museo, ha jugado un importante papel en la historia de Irlanda, ya que muchos de los líderes de las revueltas por la independencia irlandesa estuvieron presos en ella. Resulta una visita muy interesante, aunque solo es posible a través de una visita guiada (únicamente en inglés), que dura una hora aproximadamente y en la que el guía va narrando la historia mientras se accede a las distintas zonas de la cárcel.

2. Irish Museum of Modern Art (Royal Hospital, Military Rd). Hay un paseo muy agradable desde Kilmainham hasta el IMMA, el museo de arte moderno de Dublín, que se encuentra emplazado en un antiguo hospital. Se trata del edificio clásico más antiguo de Irlanda y, aunque por fuera puede parecer de grandes dimensiones, la colección que pertenece al museo no es demasiado extensa y se visita cómodamente en un par de horas. Dependiendo del tiempo que tengas, puedes disfrutar también de las exposiciones temporales. En conjunto, el montaje es pausado y permite una correcta lectura de las piezas, que respiran en salas y pasillos. Si te interesa la vertiente más actual del arte, no te lo pierdas (además, la entrada es gratuita).



3. Umi Falafel (13 Dame St). Después de las visitas culturales de la mañana, fuimos de vuelta hacia el centro de Dublín para seguir conociendo pequeñas joyas de la ciudad. Pero antes comimos en este pequeño restaurante de comida árabe que, aunque tiene aspecto de cadena alimenticia, está realmente bueno. El falafel está muy rico y se puede acompañar de ensaladas, hummus o sopas.

4. Trinity College (College Green). Se trata de la universidad más antigua de Irlanda y una de las más conocidas del mundo. Fue construida sobre un antiguo monasterio a finales del siglo XVI y a lo largo de la historia han pasado por ella reconocidos escritores y dramaturgos como Samuel Beckett, Bram Stoker u Oscar Wilde. Acoge la Biblioteca del Trinity College, que posee la mayor colección de manuscritos y libros impresos de Irlanda, y cuya sala principal, denominada Long Room, supone un auténtico placer para la vista. En ella se almacenan los ejemplares más antiguos, repartidos en infinitas baldas que ocupan cada estantería desde el suelo hasta el techo. Antes de acceder a esta sala hay una interesante exposición acerca del Libro de Kells, un texto en latín muy ornamentado de principios del siglo IX que se mantiene expuesto en la parte baja de la biblioteca, cada día por una página diferente. Tras la visita a la antigua biblioteca, merece mucho la pena pasear a través de los edificios y zonas ajardinadas del campus. Entre sus monumentos más reconocibles se encuentra un campanario de unos 30 metros de altura, cercano a la puerta principal. Una extendida superstición dice que si un estudiante lo cruza en el momento en que suenan las campanas, no aprobará sus exámenes.



5. Dublin Castle (Dame St). Aunque por fuera no presente el aspecto de un castillo tradicional, debido a la reconstrucción que sufrió tras un incendio en el siglo XVII, el castillo de Dublín es una bonita fortaleza que ha cumplido cantidad de funciones a lo largo de la historia: fue lugar de asentamiento de los vikingos, fortaleza militar, residencia real, sede del Tribunal de Justicia Irlandés y del Gobierno británico en Irlanda. Se puede visitar su interior, recorriendo gran parte de las estancias, aunque nosotros solo dimos un paseo alrededor de sus calles adyacentes. Una de sus torres medievales, denominada Normal Tower, se mantiene todavía en pie. Junto a ella se encuentra la Capilla Real, rebautizada hoy en día como la Iglesia de la Santísima Trinidad. En el patio central se pueden ver múltiples edificios como la Bedford Tower o The Great Courtyard. Al otro lado de la torre se encuentra una redonda explanada de césped, The Dubhlinn Gardens, lugar de donde proviene el nombre de la ciudad. Para conocer su historia hay que remontarse a épocas de celtas y vikingos, en las que el río Poddle, que suministraba agua potable y llenaba el foso del castillo de Dublín, también formó una piscina en este lugar. Una piscina que, en irlandés, denominaron Dubh linn (Dark pool) y que posteriormente dio nombre a la capital irlandesa.


6. Christ Church (Christchurch Pl). Esta catedral protestante es más pequeña, pero también más antigua que la de San Patricio. Levantada en épocas del rey vikingo Sitric, su estado actual nada tiene que ver con el pequeño templo de madera que fue originariamente. A lo largo de la historia ha ido ampliándose y adquiriendo su aspecto actual, en el que todavía se intuyen las ampliaciones de la época medieval, pero en el que predomina el estilo neogótico de las restauraciones llevadas a cabo en la segunda mitad del siglo XIX. Un bonito puente de piedra comunica la iglesia con Synod Hall, donde anteriormente se alojaban los obispos de Dublín y otros condados cercanos. Este espacio acoge hoy en día el museo Dublinia, que explica la historia de la ciudad durante la época vikinga y medieval. 



7. Temple Bar. A lo largo de la tarde habíamos pasado ya por alguna que otra calle cerca del castillo (al sur de Dame St) con bares muy llamativos y decoradas con ese encanto dublinés que recae en los banderines de colores y en la ausencia de coches por la zona. Antes de sentarnos en el primer pub, le tocaba el turno a las callejuelas situadas entre Dame Street y la rivera del Liffey, que poco a poco iban llenándose de gente. En el paseo descubrimos que no todo son locales en el Temple Bar, el barrio con más movimiento de Dublín, sino que tiene también algunas tiendas vintage interesantes. Muy cerca del Wall of Fame (Temple Ln S), un muro en tributo a los músicos irlandeses más famosos, se encuentra Siopaella Ltd (8 Crow St), una tienda de ropa y complementos para mujer con prendas de segunda mano a precios muy razonables. Por esa zona se encuentran también Flip's (3-4 Fownes St), Lucy's Lounge (11 Lower Fownes St) o la extravagante Tambuli (9 Cope St).


Sin duda el pub más conocido de la zona es The Temple Bar Pub (47-48 Temple Bar), que tomó su nombre del barrio (y no al revés, como podría intuirse). Detrás de una bonita fachada decorada al milímetro, se encuentra un auténtico pub irlandés, muy concurrido por locales y turistas, y con diferentes zonas que lo convierten en toda una experiencia. Cada día se puede escuchar música tradicional irlandesa en vivo, tiene un Beer Garden especialmente pensado para los fumadores y la cantidad de pintas de Guinness que sirven a diario se hace incalculable. Su especialidad es el café irlandés, y ofrecen también una interesante combinación a base de Guinness y ostras. La pinta sale como un euro o dos más cara que en otros locales, pero vale realmente la pena.
De allí nos dirigimos a The Porterhouse (16-18 Parliament St), un local muy atractivo cuyo interior de tres plantas vale la pena visitar, sobre todo a la hora de la música en vivo (que cambia según el día de la semana). Detrás de una enorme pared-vitrina repleta de botellines de cerveza, el escenario flota en medio del espacio, de modo que puede verse desde prácticamente cualquier rincón del local. La cerveza, en cambio, no es de las mejores que probamos y, por lo que nos contaron, la comida tampoco es gran cosa.




Terminamos la tarde-noche al sur de Dame Street, donde se encuentra The Stag's Head (1 Dame Court), un bonito pub todo de madera, decorado con vidrieras y con el ciervo como elemento central.


Día 3:

1. Phoenix Park. A pocos kilómetros del centro, y muy cerca de la zona que visitamos el día anterior por la mañana, comienza a extenderse Phoenix Park, uno de los parques urbanos más grandes de Europa. Con más de 700 hectáreas de extensión, fue creado en el siglo XVII como reserva de ciervos. Una manada de aproximadamente 400 de ellos continúan viviendo hoy en día en libertad en este bonito e inmenso parque, convirtiéndose sin duda en el mayor reclamo turístico. Para aprovechar la mañana y poder así abarcar la máxima extensión posible, alquilamos unas bicicletas en la entrada del parque (en la intersección entre Chesterfield Ave y Conyngham Rd) por solo 5 euros (válido por cada bici para todo el día). Es una opción muy interesante en los días de buen tiempo, ya que además el parque cuenta con un carril bici muy cómodo y el paseo es francamente agradable. Además de la visita ineludible a los ciervos, otros puntos de interés son: Wellington Testimonial, un enorme obelisco erigido en honor al duque de Wellington; Papal Cross, una llamativa cruz blanca situada en el lugar en que el Papa Juan Pablo II celebró una multitudinaria misa en 1979Áras an Uachtaráin, la residencia oficial del presidente de Irlanda y, por último, la residencia del embajador americano. El Zoo de Dublín, uno de los más antiguos del mundo, se encuentra también en Phoenix Park.








2. Saint Patrick's Cathedral (St Patrick's Close). Igual que Christ Church, la catedral de San Patricio comenzó siendo un pequeño templo de madera en el siglo V. A finales del XII, los normandos construyeron una iglesia de piedra en el mismo lugar, y poco tiempo después se reconstruyó dando lugar al santuario actual, convirtiéndose en la iglesia más grande de Irlanda. Según la leyenda, San Patricio bautizaba a los fieles que se convertían al cristianismo en el preciso lugar en que hoy se alza esta catedral gótica. La vista desde Saint Patrick's Park le da la dimensión necesaria para apreciarla en su totalidad.


3. Saint Stephen's Green. Estos bonitos jardines fueron diseñados a mediados del siglo XVII en una zona que, por entonces, permanecía alejada del centro de la ciudad y en la que únicamente pastaba el ganado. Fue a partir de su construcción y de cercar el parque que la zona fue edificándose, pasando poco a poco a situarse en una zona muy céntrica de Dublín. Remodelado en un estilo victoriano dos siglos después de su construcción, destaca su bonito estanque en el que habitan gaviotas y cisnes.


4. Grafton Street. Se trata de una de las calles peatonales más importantes y concurridas de la ciudad. En ella los artistas y músicos callejeros conviven con las tiendas más exclusivas. Al norte de la calle se encuentra la estatua de bronce de la mítica vendedora ambulante Molly Mallone, cuya historia fue narrada en una famosa canción, convertida en el himno no oficial de Dublín.  

5. Río Liffey y el Ha'Penny Bridge. Aunque ya habíamos cruzado el río Liffey en varias ocasiones, reservamos un rato por la tarde para pasear tranquilamente a lo largo de su orilla. Las vistas a ambos lados de este caudaloso río incluyen algunos edificios destacados como el hotel del cantante de U2, The Clarence, en cuyo tejado se rodó el videoclip de Beautiful Day. Especialmente emblemático es el puente denominado Half Penny, cuyo nombre proviene de una antigua tradición en la que se debía pagar medio penique para llegar a la otra orilla.

6. The Brazen Head (20 Bridge Street Lower). Aunque algo alejado del centro, este pub bien merece una visita, ya que es el más antiguo de toda Irlanda. Dicen que la comida no es demasiado buena, así que mejor evitarlo a esas horas y acercarse en otro momento del día para disfrutar de una pinta en un local singular.

7. The Market (Fade St). Aunque pueda parecer raro ir a Dublín a comer tapas, en The Market podrás catar ricos platos en base a la típica cocina mediterránea. Es un local enorme que siempre está muy animado y cuya decoración llama mucho la atención, especialmente su pared repleta de hormas de zapato.

En definitiva, Dublín es una ciudad muy agradable, con bonitos monumentos que no están para nada reñidos con el encanto que desprenden sus calles y la efervescencia que se respira en sus miles de pubs. Es verdad que nos quedó alguna que otra cosa por ver, como la mítica Guinness Storehouse, pero preferimos visitar un par de museos en su lugar. En vuestras manos queda decantarse por uno u otro plan, pero, yo que tú, no me perdería el resto de sitios destacados, ¡hemos pasado un puente de lo más completo y divertido!